Hay pocas cosas que nos generan tanto nervio como mantener vivos y sanos a nuestros hijos, especialmente porque mamás, tías y suegras se meten y nos dan 500 recomendaciones y al final del día quedamos mareadas y ni entendemos qué carrizo nos acaban de decir.
Aquí tenemos unos consejos básicos para que, cuando vayas en plan viaje familiar a la playa, no pierdas la cabeza:
Elegir una buena playa
Debes informarte bien sobre lo segura, limpia y fuerte que es la playa. Segura con respecto a la gente, siempre hay alguien que está buscando lo que no se le ha perdido; limpia, porque sería terrible que se arruinara la ida a la playa porque el nené se cortó gateando y fuerte, por el nivel de olas, cuando hay niños conviene escoger una playa donde las olas no sean tan potentes y haya una cantidad considerable de socorristas para evitar accidentes.
Protégelo del sol
Sí, a ti te encanta ponerte al sol cual lagartija, pero la piel de los niños es muchísimo más delicada, por lo que es bueno que si son muy pequeños tengan puesta una franela manga larga de tela especial, tipo las de los surfistas. Gorras y lentes de sol también son recomendables y, por supuesto, protector solar alto cada dos horas.
Intenten ir más temprano para que en las horas de fuerte incidencia (entre 12 y 2 pm) estén comiendo bajo la sombra, así les da chance de disfrutar la playa un rato más en una hora menos peligrosa y luego recoger antes de que los agarre la cola de regreso.
Ojo con el calor
El calor es tan peligroso como el sol, especialmente porque lo consideramos algo normal de la playa y no le prestamos atención. Tanto calor puede hacer que los niños se deshidraten, por lo que es bueno darles agua cada cierto tiempo aunque digan que no tienen sed. Además como están todo el tiempo activos y sudando, corren riesgo de deshidratarse más rápido que nosotras.
También puedes darle frutas con un alto contenido de líquido (por ejemplo, patilla, piña o mandarina).
Muchísimo cuidado con el mar
¿Nunca escuchaste a tu abuelita decir que el mar era traicionero? Deben tener claro que solo pueden meterse al mar con la supervisión de un adulto, es bueno tener a los niños cerca de la orilla, así sepan nadar. Las corrientes marinas pueden ser impredecibles y el día feliz de playa puede tornarse negro en cuestión de segundos. Colócales siempre sus flotadores y que solo puedan ir más hacia lo hondo cuando están con un adulto que los acompañe (esto para que tampoco le agarren miedo al agua).
Opta por los flotadores que van en los brazos, así podrá nadar más cómodamente que con los de la cintura y no hay riesgo de que el niño se voltee y quede con la cabeza bajo el agua.
Toma en cuenta la extensión de la playa
No estás yendo al parque ni al patio de la casa. La playa más pequeñita sigue siendo gigantesca y entre más gente tenga, es más fácil que los niños se nos pierdan de vista.
No es que lo vas a tener amarrado a tu pareo, pero sí déjale claro que solo puede jugar cerca de ustedes, ponle una referencia: de aquí a la sombrilla amarilla, así él sabrá que puede jugar y correr, pero dentro de los límites que tú estableciste.
Si los niños son más pequeños, designa un área solo para ellos, donde haya sombra, sea fresco y los tengan cerca.
Higiene
Debes estar pendiente de los trajes de baño llenos de arena, de la concha de chipi-chipi que se metieron en la boca, del origen de la botella llena de arena que te trajeron de regalo y afines.