Vacaciones y playa forman para muchos un binomio indisoluble. Y puesto que llevarse a casa un recuerdo en forma de foto de estos días estivales es parte de la tradición, qué mejor momento que éste para recordar algunos sencillos consejos encaminados a obtener mejores resultados y mantener el equipo fotográfico en condiciones. Y es que, como el bañador, la sombrilla o la crema solar, la cámara de fotos también puede ser parte indispensable del kit playero.
1 ¿La cámara playera ideal?
Ni que sea como complemento de nuestra cámara -digamos- de cabecera, el modelo ideal para llevarse a la playa es aquel que soporte salpicaduras, arena y un trato no demasiado cuidadoso. Las juntas de estas compactas todoterreno -cuyos precios son cada vez más asequibles- están selladas, lo que evita la entrada de agua o partículas en el interior. Además, hacer fotos dentro del agua -aunque sea en la superficie- puede darnos una nueva perspectiva. El mantenimiento se limita a lavarla suavemente con agua dulce sin presión y a secarla bien con un paño suave antes de abrir el compartimento de la tarjeta y la batería.
2 También cámaras "normales", pero con precaución
Si estamos decididos a llevarnos a la playa una cámara convencional, basta con ser un poco cuidadosos en su transporte y almacenamiento para evitar sustos. La idea es tan sencilla como guardarla en una funda que cierre perfectamente, se acople a su forma y tenga un acolchado generoso. Y, por supuesto, dejarla a la sombra cuando no estemos disparando. En el caso de un modelo de objetivos intercambiables, no está de más colocar en la óptica un filtro protector, así como evitar los cambios de objetivo o realizarlos deprisa y sin resguardar la cámara: ni la arena ni el salitre se llevan demasiado bien con el sensor.
3 El mejor objetivo
En caso de optar por una cámara de ópticas intercambiables, el zoom estándar que suele acompañarlas no es una mala idea para estas sesiones playeras: son pequeños, ligeros y tienen un rango de focales válido para la mayoría de escenas. De todos modos, también sería apropiado un objetivo fijo de 28 o 35 milímetros: son aún más pequeños y ligeros que los anteriores, y los más sibaritas apreciarán el plus de calidad que ofrecen.
4 Fotos con el móvil
Como solución de emergencia es aceptable, pero en general no es una buena idea utilizar el móvil para fotografiar. Aunque los numerosos programas disponibles y los filtros que aplican son tentadores, lo cierto es que hay muy pocos -poquísimos- modelos que puedan competir con la más sencilla de las compactas. Reconozcámoslo: las fotos hechas con el móvil se ven bien en el móvil; unas vacaciones en la playa merecen algo mejor.
5 Que comience la sesión
Antes de empezar a disparar es buena idea poner la sensibilidad de la cámara en el ajuste más bajo posible, que normalmente se sitúa en torno a 100 ISO. Y es que, si algo suele sobrar en la playa, es luz. Además, disparando con este valor podremos aprovechar al máximo el rendimiento del sensor, con lo que las imágenes obtenidas mostrarán menos ruido, mejor color y mayor nitidez. Por el balance de blancos no hay que preocuparse demasiado, puesto que el modo automático resuelve muy bien las escenas con luz de día.
6 Composición, por favor
El horizonte es un elemento omnipresente en las fotos de playa y costa, por lo que resulta básico que nos aseguremos de que salga recto en la foto. Los horizontes torcidos son inquietantes y pueden arruinar una buena toma (a menos que los saquemos así a propósito y con alguna finalidad). Superada esta lección, si además intentamos colocar el horizonte en el tercio superior o inferior de la imagen, la composición ganará mucho. Por otro lado, centrar siempre el motivo principal de la foto es un poco monótono, así que vale la pena desplazar un poco la cámara después de enfocar para incluir algo más de fondo o ambiente.
7 El sol, ese gran enemigo
Como casi todo el mundo sabe, para disfrutar de la mejor iluminación posible debemos colocarnos con el sol a nuestra espalda a la hora de hacer la foto. Si no hay manera de conseguirlo, debemos evitar que los rayos incidan directamente en el objetivo, puesto que crearían una serie de efectos indeseados en la imagen, como reflejos o pérdida de contraste. Para evitarlo, lo mejor es echar mano de un parasol o improvisar uno haciendo sombra con la mano. Eso sí, sin que salga en la foto.
8 Combatiendo los contraluces
Si nuestra cámara lo permite, nada mejor para hacer frente a los severos contraluces que inundan un lugar tan soleado como la playa que activar el modo de medición puntual. Grosso modo, la lógica de funcionamiento sería ésta: si en escenas con alto contraste lumínico medimos en las sombras, tendremos lo que se llama una imagen en clave alta como la de debajo; si por el contrario medimos en la zona con luz, nuestra foto estará formada por siluetas. No hay que desistir si, tras probar ambas alternativas, nuestras tomas aparecen repletas de zonas "quemadas" o sombras con negros profundos; tras varios disparos de prueba, obtendremos resultados sorprendentes.
9 El flash, un aliado
¿Usar el flash en la playa con toda la luz que hay? Precisamente esa iluminación tan fuerte del sol hace que las sombras sean muy duras, por lo que el flash será de gran ayuda para suavizarlas. Eso sí, no hay que perder de vista que el flash integrado en las cámaras suele tener una potencia muy limitada, por lo que su efecto apenas se notará en capturas realizadas desde más allá de dos metros de distancia respecto al sujeto. Para estos casos, una buena idea será recurrir al angular y acercarnos más al motivo para que -ahora sí- se note la luz de relleno.
10 Explorar el entorno
Si realmente queremos aprovechar las jornadas playeras para disfrutar de la fotografía, es aconsejable alejarnos de nuestra toalla y dar un paseo en busca de motivos y personajes de ambiente costero: barcas, pescadores, chiringuitos... La luz del atardecer -o del amanecer, para los más madrugadores- es muy especial, así que si el entorno es bonito, quizá merezca la pena adaptar el horario o irse un poco más tarde del lugar. Además de llevar siempre encima una batería y una tarjeta de memoria, otro consejo básico: si no estamos solos de vacaciones, mejor no abusemos con las fotos, que tampoco se trata de crear un cisma familiar.
Foto: Martín Gallego